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"Barak, barak, rabah, rabah"
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2:27 AM
TE JURO POR MI TRONO QUE TE BENDIGO!!!!
Génesis 22: 16-18: "Y le dijo: --Como has hecho esto, y no me has negado a tu único hijo, juro por mí mismo --afirma el Señor-- que te bendeciré en gran manera, y que multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como la arena del mar. Además, tus descendientes conquistarán las ciudades de sus enemigos. Puesto que me has obedecido, todas las naciones del mundo serán bendecidas por medio de tu descendencia".
Existen tres niveles de seguridad:
Nivel 1: Promesa
En el momento que Dios llamó a Abraham le dio en principio una promesa. Cuando Dios te llame lo primero que va a darte es una promesa que representa la meta que querés alcanzar: un auto, un milagro financiero, salud, vacaciones, etc. Dicha promesa es una palabra que el Señor imparte en tu vida y que se hará realidad un día, a una hora y en un lugar del futuro que ignorás. El primer aspecto a tener en cuenta consiste en estar enfocado en el objetivo, es decir, tener mentalidad de meta. Por ejemplo, si el administrador de un consorcio fue advertido de que el portero eléctrico se descompuso, su meta deberá ser que el artefacto funcione, es decir, deberá encargarse de hallar una solución a ese problema.
Aunque con los ojos naturales no veas la promesa que Dios te dio, sí la podés ver a través de la fe. Quizás digas: "Tengo una hermosa casa", y los que te conocen van a pensar: "¿De qué casa está hablando, si no tiene dinero ni para comer?", o tal vez declares tu milagro de sanidad cuando tu artritis está ya en un estado muy avanzado y los médicos insisten en que ya no hay cura. No obstante, tenés que seguir enfocado en tu meta a través de la fe. Suelo comparar la fe con un radar que te permite ver donde otros no ven. Los pilotos de avión están entrenados para guiarse no por sus sentidos, sino por lo que ven en el tablero. El tablero es la promesa que Dios te ha dado, ese sueño que te pertenece aún cuando tu cuerpo parezca sentir lo contrario. Existe una soga llamada fe que a medida que la confesás y la declarás te va llevando hacia la promesa. La fe es el camino que te orienta para alcanzar la promesa. Si el radar, la promesa de Dios, te dice que ese sueño es tuyo, ¡aferrate a él, porque lo alcanzarás! No obstante, además de tener fe tenés que desarrollar la paciencia. A veces el trayecto hacia tu sueño es largo, y tenés que tener paciencia para ir avanzando y a la vez disfrutar del camino. A continuación voy a compartirte algunas ideas para que puedas disfrutar:
1 - Tenés que saber que lo bueno y lo malo siempre salen a la luz.
Muchas personas sufren cuando alguien comete una injusticia con ellas o cuando no se las reconoce. Pase lo que pase, digan lo que digan, es importante que aprendas a disfrutar del camino, ya que tarde o temprano, lo bueno y lo malo siempre terminan saliendo a la luz. No te preocupes, no te detengas; caminá con alegría, ¡Dios te respalda!
La Biblia cuenta que José le dijo a los hijos: "Cuando yo me muera quiero que me lleven a la tierra prometida". Cuatrocientos años más tarde, Moisés tomó los restos de José para llevarlos a donde él había pedido que lo enterraran. Al llegar al Mar Rojo, este vio los huesos de José y huyó. Dicen los rabinos que del mismo modo que José huyó cuando la esposa de Potifar quiso seducirlo, muchos años después, cuando el mar vio a José, este también huyó. Cuando caminás en integridad y huís de lo malo, lo malo también huirá de vos. Tenés que recorrer el camino en santidad, con fe, enfocado y disfrutando.
Disfrutá cada paso de fe, sea largo o corto el camino. Descansá, porque lo bueno y lo malo salen a la luz. Caminá en santidad y con integridad. La esposa de Potifar había acusado a José de haber intentado violarla. ¿Alguna vez fuiste acusado injustamente? José no se preocupó porque sabía que todo sale a la luz y estaba enfocado en el sueño que Dios le había dado. Él dijo: "No voy a dejar que nadie me amargue. Voy a caminar en integridad, atado a la fe y aunque los demás no lo vean yo ya veo por fe, con mi radar, que lo que Dios me prometió me lo va a dar.
El Señor nos da ochenta y seis mil cuatrocientos segundos por día para que lo gastemos. El tiempo es mejor que el dinero porque el dinero va y viene pero el primero se va y no vuelve. ¡Tenés que crecer y disfrutar!
Un investigador descubrió que los maltratadores no elijen a una mujer con baja estima, sino a aquella que tiene una buena estima y sueños con el único objetivo de dominarla. Asimismo, este especialista afirma que el exceso de confianza suele ser la causa de nuestro fracaso. Es por esta razón que una mujer inteligente muchas veces termina siendo víctima de un maltratador. Esto es lo que le sucede a algunas personas que tienen muchos años en el Evangelio, ya no están abiertas a aprender cosas nuevas y, por lo tanto, dejan de crecer. No le des lugar a Satanás: ¡tenés que crecer y ampliar tus circuitos!
En La Biblia hay un versículo que dice: "¡Marchá!", pero hay un salmo que dice: "¡Detenete!". Un versículo dice: "Ve con la multitud a adorar al Señor", pero otro expresa: "Ven solo a adorar mi nombre". ¿Por qué? Porque Dios quiere que tengas todos los circuitos activados. El Señor quiere que sepas en qué momento tenés que hablar y en qué momento tenés que callar, cuándo es tiempo de orar y cuándo es tiempo de marchar.
Dios le dijo a Abraham: "Te voy a dar un hijo y te voy a bendecir". El Señor lo estaba llevando al primer nivel de seguridad.
Nivel 2: Pacto.
Abraham tenía setenta y cinco años, y aunque desconocía la fecha, el lugar y el modo en que lo haría, él sabía que Dios le daría un hijo, y que detrás de este vendría una nación entera. Aun con su cuerpo muerto, como describe La Biblia el estado físico de Abraham, él se tomó de la fe.
Abraham le dijo a Dios: "Señor, tengo setenta y cinco años, y me estoy volviendo viejo. Hace tiempo que estoy detrás de tu promesa, pero Sara y yo ya estamos mayores y muy cansados, la soga que lleva a la promesa se nos está haciendo muy larga... Señor, ¡decime cómo y cuándo será!". ¿Te gustaría saber cómo y cuándo se cumplirán tus sueños? Si Dios te avisa que vas a tener un hijo el año próximo vos te vas a preparar. Pero si, por el contrario, te advierte que la semana próxima vas a ser víctima de una estafa, es probable que no duermas tranquilo hasta que llegue ese momento. Un caso distinto sería que te digan que te van a matar y que luego terminen dándote un regalo: ¡en eso consiste una promesa! Al igual que Abraham, tiene que haber un momento en que te canses de esperar, especialmente si la soga es larga, y digas: "Señor, ¡ya no aguanto más! Hace años que estoy detrás de este sueño. ¡Quiero que me digas el día, la hora y la forma!".
Tras acceder a la petición de Abraham, Dios hizo un pacto con él. Pacto significa que Dios te dirá cuándo, cómo y dónde se cumplirá tu promesa. Dios le dijo a Abraham: "Te voy a dar un hijo que formará una familia que se va a multiplicar. Ellos se irán a otra tierra, a Egipto. Allí vivirán como esclavos durante cuatrocientos años, pero también se multiplicarán.
Y finalmente Abraham tuvo a su hijo Isaac. Pero esto fue tan solo el comienzo de la promesa de Dios. Abraham lo cuidó porque sabía que de él iba a salir una nación de donde surgiría el Mesías. Isaac engendró a Jacob, quien tuvo doce hijos. Cuando sus hijos y sus familias llegaron a ser setenta personas, todos fueron a Egipto a encontrarse con José, quien era ministro de Economía de esa potencia mundial. Se instalaron en Gosén, una provincia al norte de Egipto, y allí comenzaron a crecer hasta llegar a ser dos millones de personas. Fue entonces cuando, temeroso por el enorme crecimiento del pueblo judío, el faraón los sometió a la esclavitud. A través de esta historia, Dios nos quiere mostrar que aun viviendo en la esclavitud, en el peor momento de tu vida, Él cumplirá Su promesa. ¡Dios no necesita buenas circunstancias para cumplir lo que Él te prometió! Podés estar con la deuda más grande, padeciendo la enfermedad más terrible o en la lucha más osada, pero en medio de esa situación Dios cumplirá lo que te prometió. ¡Incluso en medio de la dificultad Él te expandirá sin límites!
Una vez que Dios le contó a Abraham cómo se iba a cumplir su promesa, él cuidó de Isaac hasta que el Señor le pidió que lo matara: "Abraham, quiero que me entregues a Isaac". Dios quiere que le entregues tu auto, tu casa, tus vacaciones, tu salud, tu familia, tu trabajo. Él quiere que todo eso muera para vos. Probablemente Abraham haya pensado: "¡¿Cómo?! Dios me dijo que tenga fe, que sueñe, que camine, que disfrute, ¡y ahora me dice que le entregue mi hijo!". Sin embargo, a pesar de todo, Abraham llevó a Isaac a la montaña y se dispuso a entregarlo al Señor. Pero en momento que levantó el cuchillo para sacrificar a su hijo, el Señor le dijo: "¡Alto! ¡Ya está!". Dios no quería que lo matase físicamente, sino que en el corazón de Abraham muriera ese sueño que tanto amaba. Isaac simboliza tus sueños más preciados que tienen que morir. Muchos aman a un sueño más que a Dios y se olvidan que Él les dio la promesa. ¡Nuestro amor debe ser solo para el Señor!
Nivel 3: Juramento.
Cuando Dios le pidió a Abraham que no matase a Isaac, Él le dijo: "Te juro por mí", llevando de este modo a Abraham al tercer nivel de seguridad. David Greco dice que la palabra jurar quiere decir "siete". En La Biblia siete es el número que simboliza la perfección. Entonces, en otras palabras, lo que Dios le quiso decir a Abraham fue: "Abraham, ahora que pasaste este examen, siete de siete, te voy a dar algo perfecto. Primero te di una promesa para que tengas fe, camines y disfrutes. Cuando te hartaste de esperar me pediste que te dijera cómo, cuándo y dónde te daría tu sueño, y en ese momento hice un pacto con vos y te lo conté. Luego, te pedí que murieras a todo eso, y como obedeciste y me pusiste como el Dios soberano y único objeto de tu amor, ahora te llevaré al tercer nivel".
El Señor le hizo a Abraham tres juramentos extraordinarios:
1. "Barak barak rabah rabah".
La palabra hebrea "barak" significa "bendición", y el término "rabah" se traduce como "abundante, sin frenos, sin límites". Entonces, lo que Dios le dijo a Abraham fue: "Te juro como que me llamo Dios que vas a estar bendecido bendecido abundante abundante". Abraham no tenía ya una promesa ni un pacto, sino un juramento.
2. "Donde pises serás de bendición".
¿Sos una persona que lleva bendición o maldición? Cuando hablás, escribís un mail, mandás un mensaje de texto, te conectás a Facebook o salís con alguien, ¿sos de bendición? No importa lo que el otro haga, donde vos pises tenés que ser de bendición.
Declaro que vas a entrar en un negocio y este va a prosperar; vas a entrar al hospital y los enfermos se sanarán; vas a entrar a una casa y todos los que estén presentes serán bendecidos.
3. "Tu simiente va a tomar las puertas del enemigo".
Las puertas del enemigo son las puertas que Satanás no quiere que cruces. Dios le dijo a Abraham: "Tus hijos van a tomar esas puertas, y van a lograr cosas grandes y extraordinarias. Te lo juro porque me has entregado a tu hijo Isaac, demostrándome así que me amás a mí más que a tu sueño". Dios no les jura a todos, sino solo a los que le entregan lo más valioso (su tiempo, su dinero, etc.) y mueren a eso. Una vez que ponés en el altar lo que más amás y morís a eso, Dios te lo devuelve y te dice: "Ahora, ya no importa la promesa, ni cómo, ni cuándo, ni donde, sino que te voy a llevar a un tercer nivel". Algunas personas se quedan en la promesa, otras quieren saber solo la fecha y el lugar en su sueño se cumplirá, y eso está bien, sin embargo, necesitás llegar al tercer nivel y decir: "Señor, hoy me consagro de verdad". Abraham estaba dispuesto a sacrificar a su hijo amado, y por tal motivo Dios le dijo: "Te juro por mí que te "bendeciré bendeciré grandemente grandemente", donde pises y donde vayas serás de bendición. Tu simiente será de guerra y tomará las ciudades cerradas. No habrá más Egipto, enfermedad ni lucha, porque habrá batalla y victoria en tu descendencia. Te lo juro, Abraham, por cuanto me has dado lo más preciado".
¡Entregale lo más preciado a Dios! Poné en el altar eso que tanto amás, eso que te preocupa, eso por lo que darías tu vida, y decile: "Señor, hoy muero a esto, ¡te lo entrego!". Cuando le entregues lo más preciado, Dios te dirá: "Te juro que serás "bendecido bendecido grandemente grandemente", donde vayas serás de bendición y tu simiente tomará las puertas del enemigo". ¡Declaralo hoy en el nombre de Jesús!
Jesús dijo: "No hagan tesoros en la tierra donde los ladrones se meten a robar. Más bien, acumulen para sí tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el óxido carcomen, ni los ladrones se meten a robar". ¿Cómo se hacen tesoros en el cielo? Por ejemplo, tomá tu auto y consagrárselo al Señor diciéndole: "Padre, este auto es tuyo". De este modo, colocás tu auto en el cielo y ya nadie te lo puede tocar. En lo material, te pueden robar tus pertenencias y las perdés, pero cuando consagrás todo lo que tenés a Dios, aun cuando te roben tus bienes o pierdas la salud, del cielo vendrá bendición para tu vida. La consagración es el paso básico para entrar en el nivel del juramento. No te quedes simplemente con la promesa o con el pacto, consagrá todo al Señor, poné todo tus tesoros en el cielo para que duren, y no importa lo que pase en lo natural, del cielo siempre vendrá salvación. ¡El Señor ya juró por Él que serás bendecido! Amén.